–Me parece, Sancho, que se va a cumplir aquel refrán que dice: «Donde una puerta se cierra, otra se abre». Digo esto porque, si no me engaño, viene hacia nosotros uno que trae en su cabeza el yelmo de Mambrino.
–Mire vuestra merced bien lo que dice y lo que hace ―dijo Sancho―, no se vaya a engañar.
–¿Cómo me puedo engañar? ―dijo don Quijote―. ¿No ves tú a aquel caballero sobre un caballo negro que trae en la cabeza un yelmo de oro?
–Lo que yo veo ―respondió Sancho― es un hombre sobre un asno que trae en la cabeza algo que brilla.
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